domingo, 27 de enero de 2013

El proceso de embalsamamiento egipcio

Especialmente si se trataba de alguien de la realeza o persona con recursos, se tenía por costumbre embalsamar el cadáver, algo que llegó a su máxima expresión en la IV Dinastía, llegándose a encontrar incluso animales embalsamados. Mantener el cuerpo intacto era algo básico para que el difunto pudiera pasar a la otra vida, por eso también se momificaban, sobre todo si eran enterrados en tumbas. El dios que se relacionaba con las prácticas mortuorias y la momificación era Anubis. Según el historiador griego Heródoto, el embalsamamiento se podía practicar a todo aquél que se lo pudiera permitir y había hasta tres tipos diferentes de servicio. El más económico sólo consistía en quitar al cuerpo las entrañas y sumergir el cadáver en natrón durante setenta días.

A los difuntos reyes y reinas se les momificaba en un tiempo aproximado dos meses, y se relacionaba la conservación del cuerpo con el hecho de perpetuar el recuerdo del difunto. De hecho, se sabe que otras civilizaciones contemporáneas a la egipcia realizaban la conservación untando de miel a los difuntos.

A los ricos y poderosos se le practicaba otro tipo de modalidad de embalsamiento que consistía, según escribe el escritor Ramón Andrés en su libro Historia del suicidio en Occidente, en "extraer el cerebro por la nariz con ayuda de un hierro curvo y después introducir hierbas por las fosas nasales; luego se practicaba un corte a lo largo del abdomen con una piedra etíope para sacar el intestino que, purgado, pasaba a purificarse con vino de palmera y aromas (…) una vez hecha la operación se rellenaba el vientre de mirra, casia y otras esencias". Después, se sumergía el cadáver en natrón, una sustancia química que deshidrataba el cuerpo y prolongaba su conservación. Acto seguido se amortajaba al difunto con lino y la tela se pegaba al cuerpo con resina. El corazón se dejaba intacto, ya que los egipcios creían que ahí residía todo: la inteligencia y la esencia de la persona, pues desconocían el potencial del cerebro. Este ritual funerario lo realizaba un profesional que durante el proceso portaba una máscara del dios Anubis.

En los actos funerarios del antiguo Egipto, después de la momificación del difunto era necesario que un sacerdote le realizara el "ritual de apertura de la boca", para asegurar que la persona pudiera respirar en el Más Allá. Más tarde, los sarcófagos eran tirados por unos bueyes mientras se cantaban y recitaban algunas composiciones. Mientras, el sacerdote iba derramando leche por el paseo. Otro sacerdote, detrás del sarcófago, iba rociando el aire con una especie de incienso para purificarlo.

Los difuntos solían enterrarse con algunas de sus riquezas, estatuas y alimentos, también llamadas "ajuar funerario". Los más poderosos se llegaban a enterrar con pertenencias de gran riqueza y en grandes mausoleos (ejemplo de ello son las Pirámides). 

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